domingo, 25 de marzo de 2012

¡Primavera, primaveraaaaa!

Ya tenía yo ganas de quitarme las mangas largas y los zapatos cerrados; y no es que aquí haga demasiado frío (reconozco que es un placer no tener que llevar nunca el abrigo), pero ¡es que soy tan feliz en sandalias! Sí, ya sé que me conformo con poco, pero de verdad que me encanta la sensación de llevar los pies al aire y ropa ligera y de colores alegres. ¿Os podéis creer que de adolescente me daba vergüenza enseñar los pies? ¡Como lo oís! Vaya, como lo leéis. Recuerdo que una amiga me convenció, tendría yo 15 años, para comprarnos las mismas sandalias, y accedí a comprarme unas que eran como enrejadas pero cubrían todo el pie ¿Sabéis lo que pensé cuando me las puse? ¡Seré imbécil, lo que me estaba perdiendo! ¡Jajaja! Bueno, ¿y qué me decís de la sensación de llevar ropa ligera como lino o algodón fresquito? Dar un paseo por la orilla del mar cuando cae el sol, la brisita marina acariciándote el pelo... ¡pero qué peliculera soy! ¡Que alguien me pareeeeee! ¿Aquí no habíamos venido a recetear? Pues venga, ¡la receta! Pero que conste que me encanta la primavera . . . 
Hoy os traigo una receta muy solicitada; y no es para menos, desde que la hice me enamoré de ella, de su aspecto, de su sabor, de su textura... Sin duda, una tarta increíble. Reconozco que es algo laboriosa, pero no es difícil, de verdad. ¡Si yo la hice, tú la puedes hacer igual! Lo único que tiene algo de complicado es la forma de cocción, al baño maría pero en horno, y he de decir que suena más difícil de lo que es en realidad: un molde desmontable dentro de un recipiente mayor con agua hasta la mitad Sencillo, ¿no? ¡Pues vamos con la receta!

TARTA DE QUESO CON CHOCOLATE, BASE DE OREO Y SALSA DE CARAMELO Y GANACHE

Para la base:
300 gr de galletas oreo
100 gr de mantequilla sin sal a temperatura ambiente

Para la tarta:
600 gr de crema de queso para untar
1 lata de leche condensada (397gr)
3 y ½ tbsp de azúcar
4-5 tbsp zumo de limón
2 tsp esencia de vainilla
3 huevos XL
100 gr de choco al 70%

Para el caramelo (yo se lo puse, pero reconozco que sin él también me gustaría):
250 ml de nata para montar (35% M.G.)
200 gr de azúcar
30 gr de mantequilla sin sal a temperatura ambiente

Precalentar el horno a 160ºC. Preparar un molde desmontable de 18-24 cm (podemos usar uno de diámetro mayor, entonces quedará más bajo pero igualmente delicioso) y otro más grande o una fuente apta para el horno (el desmontable debe caber dentro). Calentar agua para Baño María.
Pulverizar las galletas oreo enteras y mezclar con la mantequilla ablandada. Forrar el molde desmontable por la base y hasta la mitad de los lados, de manera uniforme, prensando bien la mezcla. Enfriar en nevera.
Batir el queso hasta que esté cremoso y suave; añadir el azúcar y mezclar bien. Añadir el limón y los huevos y batir, y al final la vainilla y volver a batir todo junto.
Derretir aparte el chocolate en microondas o al baño maría y, una vez tibio, mezclarlo con 1/3 de la crema preparada.
Sacar el molde con la base de oreos de la nevera y echar la mezcla de crema y chocolate con cuidado y alisar. Verter encima y con mucho cuidado (mejor sobre una cuchara grande a modo de fuente, como en la tarta tres chocolates) la mezcla de queso restante.
Poner el molde dentro de la fuente mayor y llenar con el agua caliente hasta la mitad del molde. Meterlo en el horno y hornear durante 1 hora y cuarto aproximadamente, a 160ºC. Cuando esté listo los bordes deben estar firmes.
Sacarlo del horno y enfriar. Refrigerar durante al menos 6 horas.

Preparación de la crema de caramelo: calentar el azúcar sin remover; cuando empiece a burbujear mezclar un poco con espátula de madera para unificarlo y esperar a que se disuelva. Apartar del fuego y remover bien; reservar.
En un cazo aparte, calentar la nata sin que hierva.
Añadir la mantequilla al azúcar y mezclar bien. Volver a poner el azúcar al fuego; añadir la nata caliente poco a poco y con cuidado porque salpica mucho, removiendo bien para que se unifique todo. Dejar hervir unos minutos y enfriar. Cuando vaya enfriando se irá espesando. Poner en tarro de vidrio y guardar en nevera.
También tenéis la opción de hacer la crema de toffee de Biscayenne, absolutamente deliciosa y muy recomendable. Dejadla algo líquida (al enfriar espesa) para poder derramarla a gusto sobre la tarta acabada . . . ¡estoy babeandooooooo!

Preparación de la ganache de chocolate: calentar la nata sin que llegue a hervir; apartar del fuego y añadir el chocolate troceado y reservar 30 segundos. Remover bien hasta que se disuelva el chocolate y añadir la mantequilla, revolviendo de nuevo para integrarla. Enfriar y conservar en nevera.

Cuando la tarta esté bien fría, sacarla de la nevera y pasarle la punta de un cuchillo por los bordes (yo tengo uno de plástico que guardo para estas cosas, así no rayo el molde), desmoldar con cuidado y poner sobre la fuente, plato o bandeja donde la vayamos a servir. Cubrirla (o decorarla al gusto) con la ganache de chocolate y luego derramar por encima la crema de caramelo, dejando que caiga por los lados. Reposar quince minutos y servir fría. 

El resultado del montaje de mi tarta fue éste: 


Os aseguro que es una de las mejores tartas que he probado en mi vida. ¡Y no exagero! El aspecto es delicioso como veis, pero es que el sabor es una explosión en el paladar. La mezcla de texturas (crujiente de la base,  suave del queso con chocolate, cremosa de la ganache . . . ¡acabo de manchar el teclado de babas otra vez, ya verás como hoy me lo cargo, jajaja!) No os la podéis perder. Si queréis dejar a vuestros invitados con la boca abierta y quedar como auténticos profesionales, esta es vuestra tarta. Si os han invitado a una comida o una cena y queréis llevar el postre, esta es vuestra tarta. ¡En serio, vais a ser la comidilla entre vuestros amigos y familiares por mucho tiempo!
Me encantaría que me mandárais fotografías de vuestras tartas, porque de verdad espero que os animéis a hacerla. Os deseo todo lo mejor, ¡sed felices y a disfrutar de la vida! (. . . y de las tartas de queso y chocolate, yujuuuuuuu!!!!)

viernes, 16 de marzo de 2012

Cada dulce tiene su historia

Aunque a veces no la cuente.
En realidad es así, aunque a menudo me sucede que cada historia lleva su dulce. Y éste es el caso.
Hace poco le presenté a una buena amiga a mis dos gatitas, y le contaba de cómo cada una de ellas llegó a formar parte de nuestras vidas, hasta el punto en que son parte de nosotros mismos. Creo que nunca os he hablado de ellas, y ya va siendo hora de que lo haga. De mis dos princesas, Lenine y Leia. Y de cómo estos cupcakes fueron creados para agradecer a unos veterinarios que le devolvieran la vida a Leia. Ésta es su historia.
A mi nunca me habían gustado los gatos y, a estas alturas de mi relato, veréis normal que hable en pasado. Nunca, hasta que conocí a Jose, mi catador y media mandarina, que me enseñó a comprenderlos y a quererlos; aunque, para ser justos, he de decir que quien en realidad me hizo cambiar de opinión sobre los gatos fue Nina, la madre de leche de Lenine y madre biológica de Leia (al tiempo, todo tiene su explicación). Nina es una gata de calle que vive en el jardín de la familia de mi marido; cuando tenía apenas unas semanas Jose la rescató de una muerte segura, la crió a biberón y la devolvió a su hábitat natural, el jardín. Es un espíritu libre, y no podría ser más cariñosa aunque la hubiéramos criado en casa; tanto es así, que quedé prendada de ella desde el minuto cero. En otra entrada os hablaré más de ella, porque merece una historia para ella sola, aunque en esta va a tener mucho protagonismo. No puede ser menos, porque nos dio a Lenine, la mayor y reina de la casa, y a Leia, la princesita. 
Leia es el vivo reflejo de Nina, son prácticamente idénticas. Cuando nació nos encantaba verla jugar con los otros cachorros en el jardín, porque era un bichillo de lo más divertido e ingenioso, de ésos cachorros que te hacen reír con sus monerías. 


Tenía algo de conjuntivitis (como todos los gatitos) que le tratábamos con colirio antibiótico, pero un día empezó a hinchársele un ojito de una forma bestial, así que la tuvimos que llevar al veterinario de urgencias. Allí nos dijeron que estaba muy malita, y que si no le extirpaban el ojo probablemente no sobreviviría a la infección. ¿Os imagináis el panzón de llorar que me di en la consulta? No voy a olvidar jamás ese día, os lo juro. ¡Me sentía tan responsable de lo que le estaba pasando a esa pequeñina! Bueno, al final todo salió bien en la operación, me devolvieron a una gatita tuerta con un parchecito y todo, y nos llevamos a nuestra piratita para casa. En las semanas siguientes las visitas fueron casi diarias, y en todas y cada una los veterinarios se portaron con ella como ángeles. Y Leia, a su vez, se portaba tan bien que hasta los propios veterinarios alucinaban con ella; me asombraba su capacidad de aguantar el dolor. Ella, toda chiquitina, se abrazaba a mi (sí, literalmente, ponía su cuerpecito con las patitas abiertas contra mi pecho hasta el punto que yo podía sentir su corazoncito latir), y se pasaba así todas las horas que estuviéramos en la sala de espera. Mientras estaba en la camilla aguantaba pacientemente todo lo que le tenían que hacer, y una vez acababan, me pedía que la cogiera y ya no se apartaba de mi. Éso creó un vínculo entre nosotras precioso que no soy capaz de explicar con palabras y que sólo los amantes de los animales entenderán.
Al fin, como no podría ser de otra manera, Leia se convirtió en parte de nuestra familia, y pasó a ser la consentida de la casa. Consentida por nosotros dos y consentida también por Lenine, nuestra primera gata, quien a día de hoy, cuando Leia está a punto de cumplir un añito en unos días, aún la cuida, la limpia y le da caña para reñirla como si fuera un cachorrito.
¡Y el cachorrito del enorme ojo azul se convirtió en una gata siamesa preciosa, cariñosa y juguetona que nos trae a todos de cabeza en casa!


A día de hoy sus veterinarios ya no la ven apenas, sólo en las visitas rutinarias, pero nunca olvidaremos cuánto hicieron por nosotros y, sobretodo, que le salvaron la vida a mi gatita preciosa.
Desde entonces les llevamos de vez en cuando una bandeja de cupcakes de regalo, y estos son algunos: 


Cupcakes de calabaza a la canela con frosting de crema de queso. Y aprovechando la entrada, os doy también la receta, a ver qué os parece:

BIZCOCHO/MAGDALENAS DE CALABAZA A LA CANELA:
300 gr de calabaza limpia
4 huevos grandes
200 gr azúcar
250 gr harina común
1 vaso aceite de girasol
1/2 cucharadita de canela
1 sobre de impulsor (levadura tipo Royal)
1/4 cucharadita de sal
Precalentar el horno arriba y abajo a 170ºC. Engrasar/pulverizar con desmoldante el molde elegido (mejor uno de unos 26 cm que sea desmontable) o poner las cápsulas de papel para magdalenas en los moldes adecuados, ya sean metálicos o de silicona.
Cocer la calabaza en el micro hasta que quede bien blandita. Aplastar con tenedor y reservar.
Batir los huevos con el azúcar hasta que doblen su volumen. Añadir el aceite en hilo y seguir batiendo hasta que esté totalmente incorporado a la mezcla.Tamizar la harina con la levadura, la sal y la canela y añadirla a cucharadas, incorporándolas con espátula de silicona.
Volcar la mezcla en el molde para bizcochos o llenar las cápsulas hasta la mitad si son para decorar cupcakes, o hasta 2/3 si son para servir solas. Hornear el bizcocho unos 35 minutos, controlando la cocción con un palillo a partir de los 25 minutos; en el caso de hacer magdalenas, hornear unos 14-15 minutos y comprobarlas de la misma forma a partir de los 12 minutos de horneado.
Al sacar, dejar entibiar en el molde y enfriar del todo sobre una rejilla antes de decorar.

FROSTING DULCE DE CREMA DE QUESO:
1 tarrina de crema de queso para untar
1/4 taza de mantequilla blanda (a temperatura ambiente)
4 tazas de azúcar glass
2-3 cucharadas de leche entera a temperatura ambiente
1 cucharadita de esencia de vainilla
Opcional: colorante alimentario (en el caso de los cupcakes usé el naranja de Americolor)
Batir suavemente el queso, añadir la mantequilla  y la vainilla y batir un poco más. Ir añadiendo el azúcar glass a cucharadas, incorporando cada una antes de añadir otra, hasta que la crema tenga consistencia, batiendo suave. Reservar en nevera para que coja consistencia antes de usar para decorar los cupcakes o rellenar y cubrir la tarta (al menos dos horas).
Esta crema es deliciosa, aunque un poco delicada con la textura, ya le afecta mucho la temperatura, y hay que conservarla en frigorífico.
Os dejo con una imagen más de los cupcakes, que salieron realmente deliciosos, y otra de la tarta que . . . ¡bueno, las imágenes hablan solas! Buen fin de semana, que seáis muy felices y . . . ¡a disfrutar de la vida!









viernes, 9 de marzo de 2012

Si es que me apunto a un bombardeo . . . ¡Concurso exótico en Circus Day!

Los que ya me conocéis sabéis de sobra que, pese a que es cierto que me apunto a un bombardeo, no suelo apuntarme a retos y concursos, sobretodo si no estoy absolutamente segura de que voy a cumplir. Me horroriza pensar que me he comprometido a algo y que no voy a llegar. Pero es que cuando me enteré de que Caty estaba celebrando el primer añito de blog y leí las bases de su concurso de recetas, no lo pude evitar . . . ¡y me apunté! El premio: ¡un Circus Pad! ¿Que no sabéis lo que es? Pues tenéis que visitar su blog, porque, desde el momento en que lo descubres te preguntas cómo has podido sobrevivir en tu cocina si uno. El requisito: publicar una receta que incluyera alguna fruta exótica si elegías hacer un postre, y una fruta o verdura exótica si era un plato salado; yo, cómo no, elegí la receta dulce. ¡Pues claro, no podía ser de otra manera, ¿no?! Pero es que además me lo puso fácil: llevaba ya un tiempo dándole vueltas a lograr una receta de un sabor en concreto, y encima ese mismo día había abierto un coco fresquito que olía a gloria, así que . . .  ¡me puse manos a la obra!

RECETA DE CUPCAKES DE PIÑA COLADA
Ingredientes para los muffins:
1 lata pequeña de piña en su jugo (140 gr peso escurrido aprox), y su jugo también (ni que decir tiene que si es piña natural bien madurita mucho mejor . . . ¡slurp!)
20 gr de coco rallado fresco más el jugo del coco (se puede sustituir por 40 gr de coco rallado o 20 gr de coco más 20 gr de leche de coco ¡o lo que mejor os parezca, jeje!)
3 cucharadas de ron miel ( el ron miel es un producto típico canario que, como su nombre indica, está hecho de ron y miel; en caso de no poder disfrutar de esta maravilla podéis usar ron normal y luego veniros para casa, ¡os invito a un chupito!)
1 huevo grande
120 gr de azúcar
80 ml de aceite de girasol
200 ml de buttermilk (o en su defecto 200 ml de leche entera a la que le añadiremos unas gotas de limón natural y lo dejaremos reposar durante 10 minutos para que se corte)
250 gr de harina simple
2 cucharaditas de levadura tipo Royal
1/2 cucharadita de bicarbonato

Precalentar el horno a 180ºC arriba y abajo. Preparar los moldes para magdalenas con las cápsulas de papel adecuadas.
Escurrir y picar la piña en trocitos. Rociarla con el ron y un chorro de su propio jugo y dejarla macerar mientras preparamos el resto de la receta.
Tamizar la harina con la levadura y el bicarbonato; mezclar con el coco rallado y reservar.
Batir el huevo, añadirle el azúcar y mezclar; luego añadir el aceite y el buttermilk y volver a mezclar bien. Por último añadir la piña con el jugo de maceración y el jugo de coco (si lo tenemos).
Añadir ahora los ingredientes secos a los húmedos, removiendo suave, lo justo para que los secos se humedezcan bien; en el horno se acabarán de mezclar solos.
Repartir la masa en las cápsulas de papel (a mi me salieron 15 muffins, pero depende del tamaño de las cápsulas) y hornear durante unos 18-20 minutos. Sacarlos del horno, dejarlos reposar en los moldes 3-4 minutos y luego pasar a enfriar en una rejilla.
Una vez están completamente fríos podemos decorarlos para convertirlos en cupcakes. Yo les preparé una crema a juego de sabores:

Ingredientes para la crema de piña colada:
200 gr de queso crema (tipo Philadelphia)
unas gotas de aroma de piña colada (si no lo tenemos podemos ponerle un poquito de piña escurrida muy picadita, un poco de coco rallado y unas gotas del mismo ron que usamos en los muffins)
250 gr de azúcar glass
Batir ligeramente el queso, añadirle el azúcar a cucharadas mezclando a mano con un tenedor o unas varillas; añadir por último la esencia o los otros ingredientes, mezclando suavemente. Enfriar al menos 2 horas para que la crema tome la consistencia para trabajarla.
Decorar los muffins con la crema y ponerle unas tirillas finas de coco y trocitos de piña por encima. Así es como me quedaron a mi:

Una vista general para abrir boca
Unos primeros planos para babear a gustito...

Me permití el gusto de añadirle un hilillo de toffee casero...

O unas gotitas...

Por si le faltaba dulzor...
¿Qué os ha parecido? Os aseguro que están . . .  cómo decirlo . . . ¡de puro vicio! ¡El caribe en tu casa! Vamos, para irnos preparando para el veranito, que está a la vuelta de la esquina . . . 
Y por si alguien se pregunta por el toffee casero, ¡aquí tenéis la receta, que no me olvido! 


Os aseguro que esta receta merece la pena. A priori da la impresión de ser muy trabajosa, pero no lo es, es sólo que he descrito mucho los pasos para que no os perdáis al hacerlos, pero en realidad es sencilla. Sencilla y . . .  ¡absolutamente deliciosa! ¡Tenéis que probarla!
El segundo requisito es decir cinco cosas dulces y cinco saladas sobre mi misma, para que me conozcáis un poco más (aunque soy como un libro abierto, ya lo sabéis). Pues ahí van:
5 cosas dulces sobre mi:
-Soy muy cariñosa y me encanta abrazar a la gente que quiero, me carga las pilas como ninguna otra cosa en el mundo.
-Me entusiasmo como un niño con los nuevos proyectos y las buenas noticias.
-Me gusta mucho aprender cosas nuevas y soy muy curiosa, también en éso soy como una niña.
-Soy sensiblera y de lágrima fácil, vamos, casi que lloro hasta con algunos anuncios como me pilles floja . . .
-Una de las cosas que más me gustan del mundo es disfrutar de una charla con un/a amigo/a.
 5 cosas saladas sobre mi:
-Tengo paciencia, pero cuando se me acaba . . . ¡tengo muy mal genio!
-Tengo algunas manías que alguien podría tratar de patológicas, pero convivo con ellas y nos llevamos muy bien.
-No soporto cuando le presto a alguien un libro y me lo devuelve en mal estado . . . ¡o no me lo devuelve! Mis libros son mi tesoro (ahora que lo pienso, ésta debe ser una de mis manías . . . ).
-Me relaja leer y escribir, pero si algún día este blog se convierte en algo monótono y forzado, dejaré de escribir. Desde el principio decidí que este sería mi refugio, no mi obligación.
-Soy torpe y despistada, ¡no me lo tengáis en cuenta!

Y ahora, para no perder la costumbre y hacer la entrada larguíííísima, como siempre, me gustaría aprovechar para darle las gracias a unas personas maravillosas por los premios que me han dado:
-A Marce, del blog Haciendo Tanes, una persona encantadora que ha pensado en mi para concederme el Premio al Blog Dorado. ¡Gracias cielo, eres un amor!


-A Trini Altea por concederme el Premio Indalo de Plata, del que es creadora y promotora ella misma, y que ha tenido la amabilidad de darme personalmente. Muchas gracias, Trini, es un honor recibirlo de ti.



Como siempre, me vais a disculpar por no concederlo a una lista de blogs, porque realmente soy incapaz de elegir a unos y dejar fuera a otros, ya que os considero merecedores a todos y cada uno de los blogs que sigo. Crear y mantener un blog supone un trabajo duro y al que hay que dedicarle mucho tiempo y ganas, quitándotelo de otras cosas, para mantenerlo vivo, y éso es algo que hay que reconocer en todos los que yo visito. Y por supuesto, cómo no, vuestros comentarios (y también las visitas anónimas que pasan por aquí sin hacer ruido pero dejando huella) son los que realmente le dan vida y energía a este rinconcito dulce. 
Muchas gracias por leerme y aguantarme, si no hubiera nadie al otro lado de la pantalla todo esto carecería de sentido, estoy segura. ¡¡¡Mil besos, sed felices y a disfrutar de la vida!!!


viernes, 2 de marzo de 2012

Lo prometido es deuda: ¡la primera receta!

Hace unos días publiqué una entrada con las fotografías de las tartas y galletas que llevamos a la última feria en la que participamos mi media mandarina y yo; cuando la escribía sabía que había al menos una tarta que iba a llamar mucho la atención, pero mi sorpresa fue que todas gustaron mucho. Pues bien, como os prometí, voy a empezar a daros las recetas de aquellas cinco tartas para que, si os apetece, las hagáis en casa y me contéis qué tal.
Voy a empezar con la receta de un bizcocho que últimamente me piden mucho y que siempre triunfa: el bizcocho de plátano (¡canario, como no podía ser de otra forma!) con perlitas de chocolate. Es un acierto seguro, es muy suave y jugoso y admite multitud de variedades: chocolate blanco, frutos secos, trocitos de fruta deshidratada . . . Como siempre os digo, ¡imaginación al poder! Y, además, es una forma muy nutritiva de dar a los niños una de las frutas más completas de la dieta mediterránea: ¡el plátano canario!
¿El secreto de este bizcocho? Unos ingredientes que cualquiera puede tener en casa, en proporciones sencillas, y la mezcla del sabor sutil del plátano al encontarte con una perlita de chocolate es . . . ¡simplemente deliciosa!
INGREDIENTES PARA EL BIZCOCHO DE PLÁTANO CANARIO CON PERLITAS DE CHOCOLATE (para un molde de unos 24-26 centímetros)
250 gr de plátano canario maduro y pelado
200 gr de harina simple
200 gr de azúcar
3 huevos grandes
70 gr aceite de girasol
1 sobre de impulsor (levadura tipo Royal)
1 cucharadita esencia de vainilla (opcional)
1/2 cucharadita sal
1/4 cucharadita bicarbonato
60-80 gr perlitas de chocolate negro
Engrasar el molde elegido (mejor si es de los desmontables) con un poquito de aceite o mantequilla y muy poca harina o, si disponemos de él (y lo recomiendo) con spray desmoldante. Precalentar el horno a 170ºC arriba y abajo.
Batir los huevos con el azúcar hasta que la mezcla doble en volumen. Añadir en hilo el aceite y batir; luego añadir la esencia de vainilla si se desea y batir de nuevo.
Aparte, machacar los plátanos ya pelados con un tenedor y añadir a la masa, mezclando con espátula de silicona. Tamizar la harina con la levadura, la sal y el bicarbonato y reservar una cucharada; ir añadiendo la harina a cucharadas a la masa, mezclando con la espátula con movimientos envolventes hasta que esté toda integrada y no queden grumos. Mezclar las perlitas de chocolate con la cucharada reservada de harina (para que no se bajen al fondo al hornear) y añadirlas a la masa con cuidado para que queden bien repartidas por la mezcla. Volcar en el molde preparado y hornear durante unos 30-35 minutos. Para comprobar que está bien cocido, pincharemos en el centro del bizcocho con un palillo y, si sale limpio, está listo; si el palillo sale manchado con restos de masa lo dejaremos 4-5 minutos más, vigilando para que no se queme. No abrir el horno nunca antes de que pasen los primeros 20 minutos de cocción; si pasado ese tiempo vemos que se está dorando mucho, podemos cubrirlo con papel de hornear para evitarlo, hasta el final del horneado.
Al sacarlo del horno, dejar entibiar en el molde antes de sacarlo para que no se rompa. Una vez desmoldado, enfriar totalmente sobre una rejilla.
Cuando esté totalmente frío podemos, si queremos convertirlo en tarta, cortarlo por la mitad con una lira o un cuchillo de sierra y rellenar al gusto: le queda genial una GANACHE de chocolate, por ejemplo. Os pongo la receta:
200 ml de nata líquida 35% M.G. (es decir, para montar)
200 gr de chocolate de calidad
Calentar la nata en un cazo hasta que vaya a hervir; retirar del fuego y añadirle el chocolate troceado. Dejar reposar un minuto y entonces remover bien hasta que se disuelva el chocolate. Dejar enfriar totalmente para usarlo, al enfriar espesará. Si lo queremos para cubrir la tarta podemos añadirle una cucharadita de mantequilla para que brille más y usarlo tal cual. Si queremos usarlo para relleno, podemos montarlo con varillas eléctricas para darle más cuerpo.
También podríamos decorar el bizcocho con unos hilillos de chocolate blanco y negro fundidos por encima, o un poco de azúcar glass, o un GLASEADO DE CHOCOLATE:
Mezclar en un cazo al fuego 1/2 taza de azúcar tamizado, dos cucharaditas de cacao en polvo y 2-3 cucharaditas de leche. Calentar y, cuando coja cuerpo y esté homogéneo, retirar del fuego. Entibiar y pintar con él el bizcocho con el glaseado antes de servir.
O simplemente servir tal cual, ¿por qué añadirle nada más si él solito está riquísimo?

Dos bizcochos iguales con una capa de ganache de chocolate con leche en el centro
Y decorado con unos círculos de ganache y unas florecitas de azúcar nada más
La entrada de hoy ha sido larga, pero estoy segura de que la mayoría habréis llegado al final de la lectura, que ya sé que sois unos golosones, jeje . . . Espero que os hayan gustado las recetas y me encantaría que probéis a hacer este delicioso bizcocho, porque es muy fácil y gusta a todo el mundo. En cualquier situación quedaréis estupendamente presentándolo en una merienda o como postre. Y ya acabo por hoy que siempre me alargo mucho, así que, como siempre os digo, ¡sed felices y a disfrutar de la vida!